12 de febrero de 2020
A menos que un milagro haya ocurrido, y el Espíritu Santo haya conversado de frente con el Sr. Álvaro Robelo, motivando una conversión que sería insólita e inaudita en la historia conocida de Nicaragua, todo lo que sabemos de él POR SUS ACTOS es que se trata de un aliado de Ortega con un rastro de culpabilidad y corrupción que cruza el Atlántico.
¿Quién puede creer que sea «opositor de verdad» alguien que por años, a través de todo el período de la segunda dictadura del FSLN (desde 2007 hasta 2018 según se reporta, cuando le cancelaron su delegación) haya hecho «trabajo diplomático» para Ortega y Murillo, y cuya hija sea aún embajadora en Italia? ¿Es razonable contratar de celador a un ladrón de casas, de chofer a un ladrón de carros? ¿Quién contrataría a un violador para cuidar la casa en que vive su hija?
Me parece que se trata de otra movida maquiavélica de Ortega: a sabiendas de que la Alianza/UNAB ha caído en enorme y merecido desprestigio entre los exilados en Costa Rica, y que estos se sienten abandonados política y materialmente, manda entrar en escena a un caballero de brillante armadura, un «patriota millonario», un «buen rico» que se acerca al pueblo y les propone luchar por las metas que llevaron al exilio a tantos…
Y así es como se cocina la política de mi país, con veneno.
El caso Robelo [cocinando con veneno]

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