Obligación del político democrático: escuchar con humildad, responder con honestidad, y actuar con coherencia.

He escrito este comentario a unos compatriotas que se interpusieron entre mi crítica razonada y la postura de los políticos nicaragüenses a quienes estaba dirigida. Es una reflexión que hago y comparto porque creo que vale la pena hacerla, por el bien de todos:

«Nunca vamos a tener libertad y democracia si en lugar de reclamar a los políticos buscamos como escudarlos de la crítica. Nunca.

A los políticos, en democracia, y para que haya democracia, hay que exigirles respuestas. Quienes no están dispuestos a darlas, anuncian de esta manera su intención autoritaria. ¿Vamos a despejarle el camino a una nueva generación de mandamases prepotentes? ¿Para eso tanto sacrificio?

No les demos el beneficio de la duda, porque después nos arrepentiremos, y amargamente: quien hoy parece libertador puede ser [tantas veces lo ha sido] el opresor de mañana.

A los políticos hay que exigirles, y el que quiera ser líder democrático tiene que escuchar con humildad, responder con honestidad, y actuar con coherencia.

En lugar de pretender enfado o indignación, los políticos que quieran llamarse «democráticos» deben agradecer la atención que un ciudadano pueda darles; agradecer la oportunidad que generosamente les de un ciudadano de explicarse y debatir sus ideas y propuestas con la ciudadanía, que en democracia constituye la fuente única de su poder, la fuente única de su legitimidad.



Y los ciudadanos debemos dejar de tratar a los políticos como si nos hicieran un favor o nos dieran un regalo, cuando en realidad, si buscan representarnos, tienen que aceptar servirnos. Si no pueden, o no quieren, ¡que se salgan de la política!: no podemos permitir más redentores que terminen siendo reemplazo de los mandamases que los han antecedido.

Necesitamos tener una actitud racional, y presentar nuestras ideas con seriedad, pero a la vez, tenemos que vencer la debilidad, anclada en siglos de vasallaje, de aceptar cualquier explicación como suficiente, cualquier discurso cantinflesco como explicación, y sobre todo, cualquier «ya te dije» como un «callate» que haya que aceptar sumisamente.

No más.

Nunca más.»

No más. Nunca más. #NiPerdónNiOlvido

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