21 de agosto de 2019
Algo que ‘tiene locos’ a los oportunistas del pactismo-eleccionismo es que no pueden controlar a la diáspora.
La inmensa mayoría de esta no busca–porque no necesita– puestos, prebendas y privilegios. Si se involucra, es por algo que los oportunistas no entienden: un sentimiento de lealtad y afecto al pedacito de tierra donde están los ancestros. Por eso el brazo largo del clientelismo criollo no los alcanza.
En otros tiempos esa libertad hubiera sido acompañada de una total nulidad. El ninguneo tradicional de las élites del poder funcionaría. Ya no. Gracias a las comunicaciones modernas, no pueden, por más que traten de hacerlo, silenciar las voces y las voluntades de los cientos de miles de nicaragüenses en el exterior. Ni taparles los ojos, ni nublarles la conciencia.
La diáspora, nueva y vieja, observa con atención, participa en esfuerzos políticos y humanitarios, juzga a todos los personajes de la fauna politiquera, y espera el momento de contribuir a que se haga justicia.
Ese momento llegará. Más les vale a los nuevos zancudos ser prudentes; no vaya a ser que se les queme el pan en la puerta del horno…
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