22 de Octubre de 2019
Los grandes empresarios y sus agentes se apoderaron, con ayuda de la represión orteguista, del nombre Alianza Cívica, y desde ahí cumplieron su tarea prioritaria: evitar que triunfara el movimiento autoconvocado. Luego se pusieron a trabajar para «resolver la crisis» a su favor, apartando a los incómodos «radicales», desde jóvenes autoconvocados hasta Monseñor Báez. Buscan ahora cómo estabilizar la economía y sus ganancias, pero saben que algo tienen que hacer para mojar la pólvora que hay en las calles de Nicaragua, y por eso arrastran los pies, engatusan, organizan la farsa. Poco a poco se va viendo el plan que intentan poner en práctica: lograr que se abandone la lucha cívica (desobediencia civil, paros, etc.), desalentar la organización independiente de la población opositora (todo el mundo a seguir a su partido, el CxL), y esperar, durante dos largos años, a que Ortega permita elecciones…
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