22 de Febrero, 2019
Juan Sebastián Chamorro, Carlos Tünnermann, Max Jerez, José Adán Aguerri, Felipe Argüello, Azahalea Solís, Valeska Valle, Michael Healy:
1. ¿Por qué sin condiciones?
2. ¿Por qué en secreto?
3. ¿Por qué en silencio?
4. ¿Por qué a oscuras, sin cámaras, sin que la gente vea qué hablan?
5. ¿Por qué mientras la dictadura sigue apresando gente?
6. ¿Por qué mientras la gente no puede siquiera expresar su rechazo a lo que el gobierno o ustedes mismos hacen, porque son reprimidos? ¿Ya puede la gente marchar en las calles?
7. ¿Por qué callaron tanto, y solo hablaron para refrendar los actos de los grandes empresarios?
8. ¿A quiénes creen representar ustedes, a los grandes empresarios?
9. ¿Por qué cuando el régimen está a punto de ser sancionado severamente, y la dictadura de Venezuela se tambalea?
10. ¿Por qué creen que Zamora y compañía iniciaron esta maniobra? ¿»Por la patria»?
11. ¿Qué piensan OFRECERLE A ORTEGA? ¿Impunidad? ¿Que se quede a «gobernar desde abajo? ¿CREEN QUE ORTEGA PUEDE ACEPTAR MENOS?
12. ¿Qué creen que tienen derecho a ofrecerle a Ortega o a aceptar de Ortega, y en nombre de quién?
13. ¿Dónde quedaron las promesas de transparencia, de democracia, las exigencias de justicia, el respeto para las familias de los muertos, desaparecidos, para los presos y los que están en el exilio o clandestinos?
14. ¿Creen que pueden lograr un «arreglo» con Ortega que satisfaga las exigencias de los nicaragüenses?
Tenemos derecho a hacer estas preguntas, a exigir, a demandar, y a recordarles que ustedes y los empresarios que han activado estas negociaciones no tienen un cheque en blanco del pueblo, no pueden aceptar lo inaceptable.
Lo que hicieron está mal, porque viola la voluntad general del pueblo expresada incluso por sus personajes más respetados, como Monseñor Báez: no puede haber diálogo con represión y presos políticos.
Para ustedes tal vez se justifica (aunque ni siquiera los he visto explicar en público; parece que ustedes solo dialogan con los empresarios y con la dictadura) «por el bien del país».
PERO el fin no justifica los medios, el fin se parece a los medios.
Ustedes dan la impresión–si es cierto o no, sabremos pronto, y ojalá, ojalá que no sea así–de estar haciendo lo que tanto tememos y detestamos, y tanto conocemos en nuestra dura historia: pactar en detrimento de los derechos humanos de los nicaragüenses.
No puede uno menos que desear que se nos haga el «milagro» y que el proceso no sea tan nefasto como sospechamos, que nuestros miedos sean injustificados.
Aunque así sea, NO NOS EQUIVOCAMOS AL DUDAR, más bien TENEMOS EL DERECHO Y LA OBLIGACIÓN DE DESCONFIAR, porque a la luz de nuestra experiencia nada de esto luce bien, nada de esto huele bien: de esta manera, exactamente de esta manera, es como se han cocinado las traiciones en Nicaragua.
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