Cuando Marx habló, hace ya caminando a dos siglos, de la lucha que él avizoraba como internacional, y de los luchadores como agentes conscientes de cambio, la globalización era ya una realidad que rebasaba los límites de todos los imperios del pasado, que siempre fueron constreñidos por el desarrollo tecnológico a ámbitos regionales. Y aunque se trataba de una expansión dependiente de la rapiña, el alemán no se equivocó (la intuición es un arma poderosa de los grandes pensadores) en que acarrearía consecuencias insólitas para la historia humana: en adelante, la lucha por el progreso social, para ser exitosa, tendría que ser transnacional, como el sistema que empezaba a desplegarse.
Nosotros, numerosas generaciones después, vivimos en un mundo mucho más integrado, mucho más “un mundo”; la globalización, con todo y su dimensión depredadora –inclinación humana de todos los tiempos (el artificio leninista de atribuirla al capitalismo es falacia de agitador)—dio un salto cualitativo que la hace excepcional: nunca como antes hubo, en tan amplias zonas del planeta, tanto potencial para que, de víctimas impotentes, pasen los seres humanos a ser eficaces rebeldes; que de sumisión forzosa se pase a luchar por ciudadanía; y que quienes no controlan grandes ejércitos o grandes fortunas crucen las fronteras que el Poder erige para encorralarlos. El Poder, ya se sabe, hace puertas y puentes para sí, pero guarda celosamente los cupos. El capital y los amos de la política se mueven con salvoconducto por cualquier latitud, pero traban las entradas al ciudadano común, y en muchos casos impiden, no solo que salga de su redil, sino que a su redil entren los recursos que necesita para levantar cabeza.
Por eso, quienes no queremos un dictador a la carta, un tirano de repuesto, o un imperio en lugar de otro, sino modernidad democrática y comunidad internacional, no tenemos más camino–y nunca ha habido un mejor camino– que abrir los ojos y darnos cuenta de que nuestras luchas, que inevitablemente son locales, regionales y nacionales, son también universales, porque tienen en común el ser luchas por los derechos humanos.
Así se enlaza la rebeldía de un indígena mapuche, de un opositor nicaragüense o cubano, de un disidente chino o ruso; la de un manifestante de Black Lives Matter; la de todas las minorías que sufren abuso a manos del Poder, cualquiera que sea la fuente de tal vulnerabilidad: económica, ideológica, religiosa, sexual, etcétera; y la de las grandes mayorías expropiadas del derecho a decidir por una minoría opresora.
Construcciones.
Estoy convencido de que este es el camino, independientemente de cuán certeros sean los cuestionamientos filosóficos postmodernos sobre “la verdad”: izar por encima de todas las banderas la bandera de los derechos humanos. De hecho, no tengo problema en conceder, si en algo importa, que esta verdad pueda ser una construcción. Ninguno; desde que acepto que humanidad es en sí una construcción, y no veo que pueda haber construcción más beneficiosa para la humanidad que la de los derechos humanos.
De lo contrario nos devorará el desaliento, o quedaremos para siempre empantanados en esos pleitos pendulares de las llamadas «izquierdas» y «derechas» tercermundistas, que para rematar no son ni siquiera la más gris sombra de sus supuestos referentes en la matriz europea de la cultura occidental; en esta última, un tira y encoge de luchas y de pensamiento libre, a través de varios siglos, ha abierto un amplio espacio social-democrático en el que cabe mucho, en el que puede moverse un péndulo que no mata.
No es del todo exagerado afirmar que el discurso del Innombrable en Tulsa, Oklahoma, el pasado 20 de junio, podría haber sido escrito para (o por) Mussolini o, más precisamente, Hitler. Esta no es una afirmación hecha a la ligera, con intención propagandística, sino porque el tono y la estructura del discurso es la misma: la partitura del Innombrable es esencialmente un plagio de sus maestros.
El tema que los enlaza es la venganza: el padre de la patria apela al sentimiento de derrota de sus seguidores, revuelve las aguas estancadas de su desesperanza, administra el odio como medicina, y les señala un blanco. Y para que el sentimiento de derrota no los lleve al derrotismo, a creer que ganar es imposible, el redentor fascista apela al orgullo tribal; de esa manera el nacionalismo los ayuda a sublimar su sufrimiento, a hacerlos sentir que no son una banda de «fracasados» (palabra que el Innombrable se deleita en escupir a sus críticos), sino que representan, de hecho, a la nación gloriosa que despierta, a su última línea de defensa; y al ser «la nación», los “auténticos Americans”, los “true Americans«, poseen la herencia legítima, la fuerza y el fuego para expulsar al opresor, que–por supuesto– tiene un perfil «extranjero», representa una otredad hostil e inferior, pero maligna y matrera.
La otredad hostil, la extranjería del enemigo es un elemento esencial en la Cruzada que dirige el redentor fascista. No es ningún accidente que el discurso del Innombrable, aparte de la afirmación ostentosa de su autoridadpatriarcal, y de un victimismo nacional lastimero, sea una recitación de supuestos enemigos que comparten entre ellos el pecado de la diferencia.
El sueño del Innombrable: repetir la historia trágica de la deportación masiva e indiscriminada de gente de origen mayoritariamente mexicano, llevada a cabo en 1954 bajo el increíble nombre oficial de «Operación Espalda Mojada», en referencia despectiva a los migrantes que cruzaban el río Grande, frontera entre Estados Unidos y México. Así los transportaban, enjaulados como animales.
En particular, es notorio–por eso me espanta la idea de «Hispanos (o Latinos) por El Innombrable»–que, para este caudillo, el criminal que invade una casa a media noche, en el ejemplo terrorífico con que agita a sus seguidores, sea un hombre; dicho así, en español, en castellano, en medio de una perorata en deficiente inglés. Y por si alguien se inclinara a asumir que se trata de un guiño esnob, el Innombrable regresa a la palabra, no quiere dejar duda, le recuerda a su audiencia que la ha dicho a propósito. «Criminal» y «latino», una vez más, revueltos, convertidos en sinónimos. De igual manera «mexicano» vibra en el oído de sus fieles con la misma amplitud de onda que «violador, y «narcotraficante”: en el habla del Innombrable, hispano e inmigrante aparecen solo como pandillero y violador de la ley; los únicos hispanos a quienes da cabida en sus diatribas de odio significan la corrupción, el fraude al erario y al sistema electoral; pero, sobre todo, significan peligro para el ciudadano.
Hay que añadir que, en la dialéctica del Innombrable, «ciudadano» es [¿casi?] una categoría étnica. En ese sentido, la perorata de Tulsa, Oklahoma, este pasado 20 de junio del año de la Pandemia fue simplemente más de lo mismo. Y no solo por la referencia al hombre, ese individuo que por su maldad habría de ser llamado hombre en español, en castellano. Hubo más. Hubo, por ejemplo, la mención de los gangs salvadoreños. «¡Animals!», grita, y luego, en medio del coro de cólera de sus partidarios, la burla, con gestos de idiotez, a Nancy Pelosi, la lideresa de la Cámara de Representantes. Esta habría cometido la imperdonable, o más bien incomprensible transgresión, a ojos del caudillo, de insistir que todos los miembros de la sociedad, incluso los criminales, son «seres humanos».
Pero la demonización de hispanos e inmigrantes, la conversión de seres de carne y hueso en el equivalente Siglo XXI del judío en el medioevo antisemita, no podría completarse sin extender el hilo de la maldad un poco más allá, hasta quienes aparentan inocencia, como los marranos de Castilla aparentaban cristianismo.
El primer asalto contra estos peligrosos herejes fue dirigido a la congresista neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez, la mujer más joven electa al congreso estadounidense en toda su historia. Con gran trabajo y mucha intención, el caudillo logra abrir las vocales al máximo, fuera del rango del idioma, para que sus seguidores se enteren de lo fundamental: AlexAAndrriAA OOcAAsiOO COOrrtEEZ es…bueno…hispana. ¿Y qué quiere AlexAAndrriAA OOcAAsiOO COOrrtEEZ? «Dejar sin trabajo a todos los trabajadores de la industria del petróleo», «la gente buena de Texas, Oklahoma y North Dakota», ya que AlexAAndrriAA OOcAAsiOO COOrrtEEZ aconseja al candidato Demócrata (en realidad, habría que decir simplemente, “candidato demócrata”) invertir en fuentes de energía no contaminantes. Sobre esto habrá que comentar también, porque en el discurso del Innombrable, esas fuentes de energía se reducen a «máquinas que matan pájaros», una referencia obvia, de un simplismo cavernario, a la producción eólica de electricidad. Pero, por el momento, sigamos el hilo de la maldad que deja el Innombrable a sus seguidores, y lleguemos a destino: sus enemigos, dice, se empeñan en gastar millones de dólares para proveer cuidados médicos a «los ilegales». El caudillo no entiende de necesidades humanas, solo de privilegios en disputa: Esos privilegios son nuestros, ellos vienen a arrebatárnoslos.
Pobrecito país que era yo
La diatriba racista y xenófoba, aunque plena de odio contra los hispanos, se extiende a otras geografías: el Coronavirus es «el virus chino», insiste; Alemania «debe» a Estados Unidos un billón de dólares («a trillion») en concepto de «defensa». Esto último se trata, por supuesto, de una falsedad, pero es un elemento central de la narrativa de victimización a manos del mundo–«tantos países, plañe el Innombrable—han estafado a los Estados Unidos»…
De como prevenir un Apocalipsis
Luego, mientras la imagen del país sangra y flamea en las mentes de sus seguidores [una nación excepcional bajo ataque, socavada desde dentro por invasores hispanos, oportunistas negros quejosos por capricho, necesitados de «dominación», y por la infiltración musulmana], el Innombrable procede a describir el Apocalipsis, la muerte del país, la muerte de la mítica «America» que sería inevitable en su ausencia. El mismísimo Hieronymus Bosch, pintor de tormentos infernales, envidiaría lo barroco del detalle: Estados Unidos sin el Innombrable, convertido en una Somalia dominada por señores de la guerra; exactamente–nos dice–lo que trama la diputada de origen somalí Ilhan Omar, otra joven congresista, otro blanco frecuente del caudillo, por razones ya evidentes: Ilhan Omar es mujer, es musulmana, es culta, es exitosa, y es morena.
¿Cómo evitar esta maldición? La respuesta es simple: los ciudadanos precisan escoger entre él –su redentor–y la muerte. Nadie, solo él, puede salvar al país verdadero, a los auténticos «Americans» de la debacle.
El infierno son los otros, es la frase que se cuela en mi mente después de escuchar tanto disparate perverso. Tiene algún sentido, porque, al final, estamos encerrados conellos, y esto lo podemos decir ambos bandos. Ellos, bajo el embrujo conspiranoico de un clon de los fascistas del siglo XX; nosotros, porque tendremos que lidiar con la herencia del clon, si es que evitamos que destruya la democracia. Hay demasiado en todo esto que recuerda, trágicamente, a la realidad de un país amado–por hoy– en la distancia.
Este video, que circula en las redes sin firma, pero es claramente auténtico, documenta la transmisión de órdenes de genocidio por parte de Daniel Ortega, y da algunos detalles de cómo dicho genocidio se organizó. Es evidencia que debe ser usada en el juicio del tirano y de todos sus cómplices.
Es también evidencia que los políticos de oposición no pueden ignorar: no tienen derecho, ni permiso de la ciudadanía, ni la ciudadanía puede otorgar tal permiso. Cualquier político que continúe hablando de elecciones, con o sin reformas, en las cuales se permita la participación de gente incriminada en este video, o sus designados, es cómplice de obstruir la justicia, de dejar en la impunidad crímenes de lesa humanidad que están ampliamente documentados.
Que la Alianza Cívica, CxL, PLC, y otros [¿Cuál es, a fin de cuentas, en blanco y negro, sin evasivas, la posición de la UNAB?] sigan buscando elecciones para «derrotar» a Ortega es sencillamente un crimen encima de otro crimen. La mancha de sangre cubre a todos los que participen en ese proceso. No se equivoca un colega cuando observa que la meta de Ortega, desde el inicio de la crisis, fue ir a elecciones en 2021, y que esa es ahora una meta que comparte con los políticos de las organizaciones arriba mencionadas.
Un crimen sobre otro crimen.
Imagine el lector que alguien se mete por la fuerza a su casa, mata a su familia, y usted lo invita a cenar. Esa invitación a cenar es la que tercamente quieren imponernos, y hay que exigir que la retiren a las figuras públicas que dicen representarnos, y que llevan a gobiernos extranjeros el mensaje de que todos queremos invitar a cenar al asesino. Hay que reclamarlo a los que aparecen como figuras de liderazgo público en la Coalición Nacional, por ejemplo, como Juan Sebastián Chamorro, quien insólitamente dice que no hay que «demonizar» las elecciones, como Félix Maradiaga, y otros [menciono a estos dos en particular porque fueron el rostro del lanzamiento de la Coalición], que parecen dejar siempre un resquicio para el aterrizaje suave electoral en medio de la denuncia en apariencia inflexible contra el régimen, al responder que «en este momento no hay condiciones«. Señores: ¿ustedes creen que es asunto de «condiciones», permitir que un genocida participe como cualquier ciudadano en una competencia por el poder?
Hay que deshacer esa doblez sin mucho protocolo: no es que «en este momento no hayan» condiciones, es que NO SER responsable de un genocidio es CONDICIÓN ELEMENTAL para poder participar en una elección democrática. Eso asumiendo–temerariamente, ingenuamente, o cínicamente, escoja el lector–que pueda organizarse una elección democrática bajo la tiranía más despiadada de América Latina, que practica ahora un nuevo genocidio: la guerra biológica contra el pueblo de Nicaragua.
En su página pública de Facebook, el Sr. Luis Fley publica un meme, que firma «FDN», y que dice, textualmente: «Sin miedo, sin odio, sin violencia. La Coalición Nacional va…NADIE nos apartará del rumbo trazado»; un breve texto que valdría la pena analizar en detalle–será en otro momento, con otra urgencia, y quizás por una persona más experta en desenterrar las huellas de la cultura en el lenguaje– y que a mí me parece revelador, especialmente para el momento actual de la política nicaragüense.
El meme está escrito en el tono heroico-machista que desafortunadamente es la música de nuestra tradición autoritaria (seguramente yo mismo la habré tarareado en algún momento), donde el hombre arrecho no retrocede ante «nadie«, ya sea desde la cima del poder, ordenando como lo hicieron los comandantes sandinistas en los ochenta, o en la obediencia, como quienes desde el pavimento de la plaza gritaban «¡Dirección Nacional, ordene!».
Ese tono heroico-machista esconde una gran fragilidad moral y de pensamiento. No tenemos más que recordar al largamente agonizante (a estas alturas es posible que ya sea de «los muertos que nunca mueren») Edén Pastora, rostro publicitario insuperable de la testosterona política tropical, ejemplo de manual de que el coraje más grande no es el de lanzarse a matar o morir por el poder. El verdadero coraje es más cotidiano, y con frecuencia más discreto. Para mí está, por ejemplo, en el estoicismo de muchas mujeres nicaragüenses, que frente a múltiples formas de opresión, y en medio de la descomposición social secular, son la columna de la supervivencia para sus críos, y son el corazón de la lucha por una vida digna. Está también en la testarudez del ciudadano de principios, frente a los «pragmáticos» que dicen que «hay que arreglarse con el hombre«; o, «no hay que ser pendejos [para ellos, el ciudadano de principios es un «pendejo»]; o, «después resolvemos lo otro; si de todos modos se va a morir»; o, «ni modo, esto es lo que quieren los gringos»; o, «no hay plata para otra cosa»; o, «es más peligroso que suban estos chavalos al poder»; o, «vos no entendés que la política se juega así»; o, «seguimos incrementando las presiones contra Ortega»… y tantas otras joyas del cinismo, que luego revisten con una capa tenue de barniz heroico-machista para esconder su verdadero talante.
Por eso el meme del que hablo me cayó como un rayo, y por eso entablé esta conversación con el caballero que lo publicó; y aquí la reproduzco, porque hay que decir estas cosas, hay que buscar cómo romper estos moldes anticuados y fatídicos de los que sale el desastre que es nuestra Nicaragua. Y, por el momento, con sentido de urgencia, hay que empezar a trabajar para que los mismos de siempre no se salgan con la suya y arrastren al país a lo mismo de siempre: el ciclo sangriento de pacto, dictadura y guerra.
Aquí el intercambio con el propagandista de la Coalición Nacional, mínimamente editado por razones de presentación, sin alterar contenido:
Francisco Larios: Avanzan–si es que avanzan–con toda la paciencia, a legitimar a un genocida participando con él en elecciones. Y si «nadie los aparta del rumbo» es porque desprecian la voluntad popular.
Luis Fley: Francisco Larios, ¿y cuál es su propuesta?… ¿tiene algunos millones de dólares para comprar armas y armar una rebelión?…espero su respuesta, yo, que puedo ayudar, ponga La Plata. Unos 10 millones de dólares…yo no le cobraré.
Francisco Larios: Propuestas hay, y hay varias, y bien esbozadas, dentro y fuera del país. Ustedes no pueden, a estas alturas, decirle a un pueblo que ha sufrido tanto que las únicas opciones son
(a) «vamos a una guerra civil, financiada con 10 millones de dólares de Francisco Larios» (si los tuviera no haría las cosas de esa manera, señor Fley), o
(b) «legitimemos a Ortega y Murillo, hagamos como que no ha pasado nada, y vamos a elecciones con ellos; a lo mejor, con suerte, quedamos de diputados, embajadores, y quién quita, hasta de «Presidente«. «
Eso es oportunismo puro, atol con el dedo a gente que ya no es infante. Sigan por su camino, que por ese camino van a quedar marcados para siempre con la palabra con la que se marcó para siempre a los pactistas que han desbaratado nuestro país, a los Agüeros y Emiliano Chamorros, y a todos los demás…: «zancudo«.
Decirle a Nicaragua que las únicas opciones son estas dos es francamente una falta de respeto cruel. La gente mayoritariamente sabe esto, y ustedes saben que que la gente lo sabe, pero apuestan a que no les va a pasar factura política, que ustedes tarde o temprano se van a dividir con éxito el pastel, como ha ocurrido antes. Bueno, esa es la apuesta de ustedes. La apuesta nuestra, de quienes queremos democracia real y justicia en nuestra patria, es por la verdad, una lucha por completar el vaciamiento del poder del régimen, de deslegitimarlo internacionalmente, de forzar su salida de manera cívica y desmantelar la estructura dictatorial que ustedes pretenden dejar en pie con apenas cambios cosméticos, cambios de nombres, y con el orteguismo otra vez «gobernando desde abajo».
Ustedes deben saber que quienes tenemos esta convicción vamos a hacer todo lo posible para sabotearles la farsa electoral que traman a espaldas del pueblo de Nicaragua. ¿Lo conseguiremos? Yo tengo fe en que así será. Pero pase lo que pase al menos nosotros queremos algo diferente en nuestro país, y no estamos dispuestos a cambiar muertos, exilados y destrucción por un remedo de cambio, más ministerios, embajadas y prebendas.
Aunque para ustedes el ciudadano de la calle sea un «puchito» al que hay que ignorar, un «nadie» que no los apartará «del rumbo trazado», sepa que vamos a trabajar apasionadamente para sabotear la farsa electoral que ustedes quieren montar.
Esta imagen ilustra el «método» que ha dado origen a muchas de las «teorías de conspiración» de nuestra era, como por ejemplo:
1. Hillary Clinton dirige una red de tráfico de niños secuestrados desde una pizzeria en Washington D.C.;
2. El «Comandante» es «el mejor Presidente, y POR ESO lo odia el IMPERIALISMO, el cual paga a unos ‘puchitos’ para desestabilizar Nicaragua, «que tan bien iba»;
3. El pelo del Naranja no es peluca;
4. Hay testigos que aseguran haber visto a la Coalición Nacional;
5. El FSLN, Maduro, y el Foro de Sao Paulo, en alianza con AntiFa, están «detrás» de las protestas en Estados Unidos;
6. Ya casi está listo el Gran Canal;
7. El Chupacabras era miembro del partido Republicano de Estados Unidos;
8. Han visto cantar a Israel Lanuza;
9. «Qué culta que es la Chayo, y cómo domina el Inglés.»;
10. «No somos racistas»;
11. » «»Alianza»» «»Cívica»» «;
12. » Ciudadanos «»»por la libertad»»;
13. «Partido «»» Liberal»»» » ;
14. «Vamos a «»'»» intensificar las presiones internas y externas contra Ortega»»»»» «;
15. Nicaragua se independizó en 1821;
16. «Revolución Sandinista»
17. «Qué gran poeta es ella.»
18. «Trump va a «liberar» a Nicaragua (una vez que sepa dónde queda)»;